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10 febrero 2010

Un genoma esquimal de 4.000 años


Unos mechones de pelo olvidados en el cajón de un museo durante décadas acaban de aportar una sorpresa inusitada. Contienen el genoma completo de un hombre que vivió en Groenlandia hace unos 4.000 años y cuya cultura está hoy extinta. "Los mechones han estado guardados en una bolsa de plástico la mayor parte del tiempo y nadie les prestó atención hasta que llegamos", comenta Eske Willerlev, investigador del Museo de Historia Natural de Dinamarca, donde se guardaron las muestras durante décadas después de que una expedición a Groenlandia las rescatase de la tierra helada.
La secuencia genética es tan completa que es comparable a las actuales, señaló Willerslev durante una conferencia telefónica en la que presentó su estudio, publicado en Nature. Aunque son mucho más recientes que las de los neandertales, cuyo genoma parcial también se ha secuenciado, el nivel de detalle "es muy superior", según el investigador. El equipo de Willerslev ha bautizado al dueño de los mechones Inuk, que significa hombre en groenlandés.
Su genoma dibuja a una persona con rasgos muy parecidos a los de los esquimales que aún viven en Groenlandia. Pero también indica que no es el ancestro de esas poblaciones indígenas, sino que es parte de un grupo independiente que llegó desde Siberia tras cruzar el estrecho de Bering y el Norte de Canadá en una larga travesía. "Tal vez pasaron de un continente a otro en un bote o atravesando el hielo en invierno, por ahora nadie lo sabe", comentó Willerslev.
Inuk pertenecía a la cultura Saqquaq, la primera que vivió en Groenlandia. Después de morir, su pelo quedó preservado en el permafrost, una capa de suelo helada que ha conservado el cabello en un estado excepcional. Una expedición danesa a Qeqertasussuk, en la costa oeste de Groenlandia, desenterró los cuatro mechones en 1986 junto a cuatro fragmentos de hueso humano. Las autoridades cedieron los mechones al Museo de Historia Natural para que alguien los estudiara, algo que no sucedió hasta 2008, cuando llegaron a manos de Willerslev.
En un año, su equipo pudo leer el ADN que contenían los pelos hasta cubrir 20 veces el 79% del genoma de Inuk, un nivel de detalle inusitado en muestras arqueológicas. Los investigadores sometieron el ADN a un test muy similar a los que se realizan en la actualidad a personas vivas. Muestran el riesgo de sufrir enfermedades y determinan en qué lugar del mundo están sus orígenes.
El genoma de Inuk indica que sus ojos eran marrones, su piel tostada y tenía un riesgo mayor de lo normal a quedarse calvo a una edad temprana. Su grupo sanguíneo era el A+ y su metabolismo estaba adaptado a la vida en el ártico. El análisis añade detalles tan íntimos como que su cerumen era seco, más parecido al de los asiáticos que al de los occidentales. Las personas vivas más parecidas al paleoesquimal no son los actuales habitantes de Groenlandia ni los nativos americanos, como sería de esperar, sino tres etnias que aún viven en el este de Siberia.
Entre ellas, los más cercanos a Inuk son los chucotos, de los que los Saqquaq se separaron hace unas 200 generaciones (5.400 años), poco antes de emprender su largo viaje hacia Groenlandia. Willerslev opina que los Saqquaq emigraron desde Siberia en busca de nuevos territorios. Prefirieron el este en lugar del sur, donde las temperaturas eran mucho más templadas. "Estaban acostumbrados a la caza y adaptados a la vida en el Ártico", explicó. Para ellos las planicies heladas de América y Groenlandia eran "una tierra llena de oportunidades", añadió.
Después de vivir en su nuevo hogar durante muchas generaciones los Saqqaq desaparecieron. Los actuales habitantes de la isla descienden de otras migraciones que llegaron desde América. "Nadie sabe aún qué les pasó", concluye el investigador.

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