2007-08-17
Científicos de la Universidad de California siguen tratando de encontrar métodos para evitar que más personas sean víctimas del virus del Nilo Occidental. Hasta el momento, la solución parece ser tan eludible como los mosquitos que transmiten esa enfermedad que se diagnostica en mayor número sobre todo en agosto y septiembre.
“De aquí en adelante, la gente debe mantenerse alerta y hacer lo que sea posible de su parte para reducir la proliferación de mosquitos y protegerse de sus picaduras”, asevera Gregory Lanzaro, director del Centro para el Control de Mosquitos, con sede en el plantel de la Universidad de California en Davis (UCD).
Comparada con otras enfermedades, la tasa de mortalidad del virus del Nilo occidental, detectado inicialmente en Uganda en 1937, es relativamente baja. De hecho, sólo el 1% de quienes reciben picaduras de mosquitos infectados desarrollan síntomas cómo fiebre, dolor de cabeza, estupor, vista borrosa o desorientación; éstos pueden durar semanas. En algunos casos los efectos son permanentes.
Por su parte, las autoridades de salud de California están redoblando su atención para prevenir esta enfermedad debido a que conduce a problemas neurológicos que van desde encefalitis, meningitis y parálisis. La mayoría de las víctimas son personas de edad avanzada.
En lo que va del año, en California se han reportado cuatro muertes y 108 personas infectadas. El año pasado el virus, que los mosquitos obtienen al picar aves enfermas, se diagnosticó en 276 personas y causó 7 muertes en California. En todo el país, hubo 4,269 infecciones y 177 muertes, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades.
“Una cosa es hablar de estadísticas y decir que ha infectado a sólo el 5% de la población de Estados Unidos y que tal vez una de cada cinco personas se enferma.
Pero si uno va al hospital y mira a su abuela en estado de coma, eso hace que la estadística se vuelva más real”, remarca Bill Reisen, otro científico de la UC enfrascado en la lucha contra el virus del Nilo occidental.
Reisen, especialista del Centro de Investigación de Vectores Causantes de Enfermedades (Center for Vector-borne Disease Research) de la UC en Davis, dijo que una investigadora de su laboratorio contrajo el virus hace más de un año y todavía sufre los estragos del virus del Nilo occidental.
“El lunes pasado ella no pudo trabajar porque tenía migraña, dolor de cabeza, mareos –a casi año y medio de haberse infectado. Y es una mujer entre 20 y 30 años que nunca había tenido complicaciones de salud”, dijo Reisen de su estudiante de postgrado Keira Simmons. “Ahora parte de su vida y de su carrera se ven afectadas”.
“El problema con esta enfermedad es que no discrimina”, agregó el investigador de la UC acerca de los efectos del virus. “Hay atletas estudiantes de preparatoria cuyas vidas se han visto arruinadas”.
Reisen hace notar que el virus del Nilo occidental amenaza por igual a zonas rurales y urbanas desde su aparición en Estados Unidos, primero en Nueva York en 1999 y luego en California en el 2002, debido a la migración de aves infectadas.
“Primero se detectó en el condado de Imperial y como pudimos ver en nuestros estudios en el Valle de Coachella; invadió el condado de Los Angeles al grado de epidemia en el 2004, salió del Sur de California y llegó a Bakersfield donde desde entonces es una epidemia”, dijo Reisen. “En el 2005, también se convirtió en epidemia en el área de Sacramento”.
Como resultado, el Departamento de Salud del estado está pidiendo que los californianos ayuden a reducir la proliferación de mosquitos no dejando que el agua se encharque en su propiedad.
Además, aconseja tomar medidas de protección personal para evitar picaduras, como vestir camisas y pantalón de mangas largas y usar repelentes que contengan el compuesto DEET, y evitar permanecer al aire libre en sitios en que haya mosquitos, sobre todo en las primeras horas de la mañana y luego del ocaso.
Lanzaro y sus colegas están buscando todo tipo de opciones para reducir la proliferación de mosquitos y evitar sus picaduras: métodos de control biológico que incluyen la modificación de sus ciclos reproductivos mediante la genética, y el uso de insecticidas y repelentes de insectos que a su vez causen el menor daño posible a especies benéficas y al medioambiente.
Además, ellos estudian la migración y comportamiento de aves propensas a portar el virus. Igual que las agencias estatales, piden que el público reporte la presencia de aves enfermas o muertas.
Por otro lado, Lanzaro encuentra un efecto positivo de la presencia del virus del Nilo occidental en California, pues según él, ayuda a reforzar la investigación de esos insectos y los efectos que sus picaduras tienen en todo el mundo.
“Seguimos enfocándonos en identificar sustancias que atraen y repelen mosquitos” explicó. “Pero yo diría que desde el punto de vista del Programa para el Control de Mosquitos, el virus del Nilo occidental nos ha hecho que enfoquemos nuestra investigación en esas especies de mosquitos que son importantes en la transmisión de enfermedades”.
Lanzaro es miembro de un proyecto internacional de erradicación del paludismo y otras enfermedades causadas por picaduras de mosquitos. Actualmente, él coordina una campaña de erradicación de mosquitos en varios países africanos y con esa meta ayuda a entrenar a científicos de esas naciones en su laboratorio en UC Davis.
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