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25 noviembre 2008

Cáncer, en la mira de una caleña

Entrevista 
 
Noviembre 02 de 2008

Nubia Muñoz participó en el descubrimiento de una vacuna contra el cáncer de cuello uterino. Lleva 30 años investigando.

Por Margarita Vidal

Casada con un parisino, vive en un antiguo y hermoso edificio del siglo XV en Lyon, capital gastronómica de Francia, donde refinó su gusto por la cocina y atesoró recetas que han apuntalado un matrimonio feliz durante 28 años. 

Conoció a Leonel Langrand, publicista, gracias a su vecino, un reconocido arquitecto francés que hizo de acucioso Cupido para esta científica colombiana, que rechazó tentadoras ofertas en los Estados Unidos, porque no quería cambiar su exquisita calidad de vida en Francia, por el consumismo salvaje, el acelere, la competencia y el estrés de la agitada vida norteamericana. 

Tenían en común una niñez y una juventud en medio de precarias condiciones económicas. Él había sufrido las hambrunas provocadas por la Segunda Guerra Mundial, hasta que sus padres emigraron a Argelia donde pasaron los 15 años más felices de su vida. 

Nacida en Los Libertadores, un barrio modesto de Cali, Nubia Muñoz perdió a su padre cuando tenía escasos 6 años de edad. Su mamá, Micaela Calero, tenía que sacar adelante cinco hijos. Nubia, única mujer, fue tan buena estudiante y era tanta su decisión de coronar una carrera importante, que logró quedar en el primer lugar de los 30 estudiantes de medicina que podían ingresar a la Universidad del Valle. 

A ella le encantaban la medicina clínica y la elaboración de diagnósticos, pero su sensibilidad la involucraba demasiado con los pacientes. La muerte de algunos se le convertía en una tragedia personal. Por eso optó por la investigación, con un mentor de primerísima línea: el doctor Pelayo Correa fundador de la Facultad de Medicina de la Universidad del Valle, quien la orientó hacia la patología. Pelayo le ayudó a conseguir una beca con la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer, perteneciente a la Organización Mundial de la Salud, con sede en Lyon. 

Allí la esperaban su futuro marido y una importante carrera que la convirtió en experta científica en investigación y tratamiento de una de las enfermedades que más diezma la vida de mujeres: el cáncer de cuello uterino; sus trabajos le merecieron la nominación al premio de Medicina que acaba de entregar la Academia Sueca, que administra el dinero y la última voluntad de Alfred Nobel. 

La Sociedad Internacional de Epidemiología propuso al médico alemán Zur Hausen y a Nubia para el premio de este año. A él por su trabajo en el laboratorio y a ella por su trabajo de campo, en investigación. El premio fue para Zur Hausen y Gerard Orf también alemán. Lo curioso es que a ambos investigadores Nubia Muñoz les había enviado años atrás sus trabajos efectuados en la ciudad brasileña de Recife, a donde había llegado para examinar las verrugas genitales gigantes, que podrían ser producidas por el virus del papiloma humano, en pobladores de la región. La investigadora colombiana quería que los científicos alemanes trabajaran en las muestras buscando indicios de papiloma. Ambos le contestaron negativamente. Sólo un tiempo después, Nubia cayó en la cuenta de que examinaban los condilomas (verrugas) con microscopios electrónicos que no muestran las partículas del virus. ¿La razón? Este desaparece y sólo quedan en las células fragmentos. A pesar de los resultados negativos Nubia continuó investigando y completó su largo recorrido por 25 países del mundo estudiando a mujeres con este tipo de cáncer. 

De alguna manera los estudios de Nubia Muñoz alumbraron el bombillo del profesor Zur Hausen, quien empezó a investigar la relación del virus de papiloma humano, una enfermedad que se contagia por transmisión sexual, y el cáncer cervical. 

El hecho de que la Academia Sueca no hubiera tenido en cuenta su gran aporte al tratamiento y vacuna de esta enfermedad, no le quita el sueño. Ella es una mujer pragmática, fuerte, apasionada con su trabajo de tantos años y ya de antemano se había hecho una composición mental sobre las decisiones de la Academia: “El Nobel está hecho para premiar descubrimientos personales. Para mí el solo hecho de que me hayan nominado es un honor. Yo no esperaba otro resultado. La contribución de la epidemiología no es tenida en cuenta por el Nobel que reconoce el último paso en una investigación”. 

En este punto hay que destacar que a Nubia le acaban de otorgar, en el Congreso Mundial de Epidemiología en Portoalegre, el máximo premio en esta área y que la poderosa y estricta Federal Drug Administration (FDA) de los Estados Unidos, le dio el visto bueno a la primera vacuna producida en el mundo contra uno de los virus (PH) causantes del cáncer de cuello uterino. 

La investigadora caleña fue parte fundamental del grupo que logró esta hazaña científica. Después de 30 años de investigaciones en todo el mundo, Nubia concluyó que los agentes infecciosos son la causa número uno de ese cáncer en los países en vía de desarrollo. El cáncer de cuello de útero es la segunda causa de mortalidad en las mujeres latinoamericanas. La vacuna salvaría a un 70% de las afectadas. 

¿Cómo se transmite el virus del papiloma humano? 

Por contacto sexual y casi todo el mundo, a través de su vida, va a tener presencia del virus, que no necesariamente siempre se convierte en cáncer. 

¿Cómo funciona la vacuna? 

Está diseñada para aplicarla a las niñas antes de comenzar su actividad sexual y recomendada hasta los 26 años. 

Después de 30 años de investigaciones del mundo Nubia Muñoz concluyó que los agentes infecciosos son la causa número uno de ese cáncer en los países en vía de desarrollo.
¿Hay algún otro método que permita prevenir o al menos detectar tempranamente este tipo de cáncer? 

Sí. La citología sigue siendo muy importante. Hay que decir que no siempre en América Latina funcionan bien los laboratorios. Hay muchos que no dan una total seguridad. 

¿Si la enfermedad se transmite por contacto sexual quiere decir que en los hombres también se presenta? 

Es muy raro este tipo de cáncer en el pene pero el hombre es el vector del virus. Por eso los niños también deben vacunarse. Son tres dosis en total. 

Entiendo que el costo va entre los $660.000 y los $800.000, que resulta sumamente costoso para la mayoría de los hogares colombianos... 

La Organización Panamericana de la Salud tiene un fondo rotatorio que se encarga de comprar grandes cantidades de droga, de acuerdo con las necesidades de los países. Ese fondo negocia con los grandes laboratorios para abaratar costos. 

¿Leí en alguna parte que Bill Gates hizo una donación muy grande para desarrollar un test más barato? 

Sí. Está en evaluación actualmente. Se demora dos horas y vale cinco dólares. Es muy posible que el año entrante se pueda comercializar. 

¿Qué otros tipos de cáncer ha investigado? 

En el año 79, al final de la revolución cultural de Mao, estuve en China. A ese país viajé catorce veces para investigar sobre cáncer de esófago. 

¿Alguna razón específica para investigar ese tipo de cáncer en el país asiático? 

Queríamos determinar si la alta incidencia de cáncer de esófago era por fumar opio o por carencias nutricionales. Resultaba difícil, pero divertido porque en esa época estaba prohibido el opio y era un tema que no se podía mencionar públicamente. Nosotros teníamos asignadas dos traductoras que se veían en calzas prietas, porque teníamos que ser muy directos y puntuales en las preguntas. Muchas veces teníamos problemas porque las traductoras decían otra cosa. 

Poco tiempo antes había estado en Irán, en las postrimerías del reinado del Sha Rezha Palehvi. De allá les tocó salir corriendo cuando llegaron los Ayatolas, ¿no? 

Allá la investigación la hicimos entre los turcomanos del Mar Caspio y teníamos la base en Teherán. Ellos son nómadas y viven en pleno desierto. Debíamos llevar tanques de agua y generador eléctrico. La alimentación era té, un pan plancho parecido a una arepa y leche de camella. No se ven frutas ni verduras. Nuestra investigación también era sobre cáncer de esófago. Después de fumar el opio, en las pipas queda un remanente alquitranado que hierven y con eso forman unas bolas chiclosas. Eso lo mastican y cuando un bebé llora o tiene diarrea le dan una bolita. El bebé se calma inmediatamente y la diarrea cesa. Nosotros reprodujimos la pipa en el laboratorio y el alquitrán e hicimos esa especie de goma de mascar. El análisis reveló que es diez veces más cancerígeno que el tabaco y el opio mismo. 

¿Volviendo al doctor Zur Hausen, cuál es realmente su aporte? 

Ellos desarrollaron la tecnología para detectar fragmentos del genoma del virus del papiloma humano en los tumores. Yo realicé estudios epidemiológicos en 25 países, comparando mujeres con cáncer y sin cáncer hasta llegar a confirmar que este virus es la causa principal y necesaria del cáncer en el cuello del útero. 

¿Cuál es la principal causa del cáncer, en general? 

Las investigaciones actuales han permitido confirmar que el tabaco es la principal causa de cáncer. Es el responsable del 19% de todos los cánceres. Aunque el cáncer no ataca más a un género que a otro, los hombres fuman más y desarrollan más cánceres ligados al consumo de tabaco que las mujeres. A su vez la obesidad es un poco más frecuente en las mujeres, y tiene más incidencia en el cáncer de endometrio. 

Desde el punto de vista de la prevención, ¿cuáles han sido los resultados? 

En los países ricos estas campañas de prevención han logrado reducir casi en un 70% el cáncer de cuello uterino. Para ello se requiere un buen cubrimiento de la población en riesgo, un buen control de calidad en cada etapa y un tratamiento adecuado. Como es obvio, esto se dificulta más en los países pobres. 

¿Cuántas mujeres se mueren como consecuencia de este cáncer? 

Alrededor de medio millón, al año. 

¿Qué tan difícil es descubrir la causa de una enfermedad? 

Es una tarea dispendiosa y difícil. Por ejemplo, la relación tabaco-cáncer de pulmón. El epidemiólogo inglés Richard Doll se preocupó por averiguar qué originaba estos tumores mortales y buscó factores comunes entre más de 5.000 pacientes. Fue cuando el cigarrillo apareció como sospechoso número uno y, a pesar de la evidencia que encontró Doll, convencer al mundo de su descubrimiento fue una tarea difícil. Siete años después de su hallazgo, el entonces ministro de Salud del Reino Unido Ian MacLeod desdeñaba los datos de Doll con un cigarrillo en la mano. 

En sus palabras 

"En los países ricos las campañas han logrado reducir casi en un 70% el cáncer de cuello uterino. Esto se dificulta más en los países pobres": Nubia Muñoz, científica caleña, quien a su vez es miembro del John Hopkins Society of Scholars. 
 

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