Andreas Weigend, doctor en Física de la Universidad de Stanford y exdirector científico de Amazon.com en sus inicios, fue uno de los cerebros que ayudaron a crear lo que es hoy la tienda virtual más grande del planeta. / Archivo particular Andreas Weigend se define como alguien que “estudia a la gente y los datos que crean y comparten”. Fue director científico de Amazon.com en sus inicios y ayudó a crear lo que es hoy la tienda virtual más grande del planeta. Ha asesorado a compañías como Best Buy, MySpace, Yahoo y Volkswagen.
Doctor en Física de la Universidad de Stanford, dice que en los 80 estudió las interacciones entre las partículas, en los 90 las interacciones comerciales en Wall Street, y desde el boom de internet, las interacciones de las personas y los datos que dejan regados por la red. Viene a Bogotá esta semana a hablar, invitado por la ETB.
En esta entrevista, desde California, toca el espinoso tema de la privacidad, de los costos de mantenerla y los beneficios de renunciar a ella.
¿Qué piensa de las discusiones sobre privacidad en la red, sobre todo en lo que tiene que ver con información que es utilizada por compañías con fines comerciales?
Si la gente tiene la opción abstracta entre decidir si quiere privacidad o no, siempre escoge la privacidad. Pero esa no es la pregunta, sino cuáles son los beneficios y los costos de la privacidad.
¿Cuál es el precio de la privacidad? ¿Qué nos puede compartir al respecto?
Hoy en día la gente comparte cantidades sin precedentes de información en la red. Y hay compañías que les ven valor a esos datos. Cuando pueden darle al consumidor algún servicio a cambio de que compartan esa información sobre sí mismos, la mayoría de la gente prefiere entregar algo de su privacidad.
Como el Latitude de Google, que entrega la geolocalización de las personas. Google sabe si uno está en Bogotá o en San Francisco y le puede dar servicios a la medida. Y claro, a cambio Google vende publicidad también a la medida.
¿Qué pasa cuando las compañías entran a las redes sociales, donde interactúan personas e intentan ser parte de la conversación, donde además hay respuesta en muchas ocasiones?
Yo pienso que hoy las compañías no deberían estar tan interesadas en ser parte de la conversación, como en poder observar qué se está diciendo. Es decir, el enfoque debe pasar de los consumidores a las conexiones entre consumidores en la red. A veces llamamos a esto comercio social.
El último siglo fue el siglo de la ciencia física, porque el mundo se volvió observable. Este siglo será el siglo de las ciencias sociales, porque los humanos se volvieron observables. Y no hablo de focus groups o encuestas. Hoy podemos medir todas las interacciones de millones de personas en una red social, o saber quién abre un correo de voz, un mensaje, cuánto se demora.
El mundo de las interacciones sociales se volvió observable; entre los consumidores y las compañías; entre los consumidores y los productos. Tenemos un microscopio para mirar la dinámica social y psicológica de los individuos como nunca antes había sido posible.
La pregunta por la identidad parece obligada cuando hay tantos datos personales flotando en la red…
Yo creo que las guerras del futuro serán sobre quién maneja las identidades. Antes estaban los gobiernos y los certificados de nacimiento. Hoy el 80% del mundo no tiene uno. Ese pedacito de papel ha sido reemplazado por la identidad en la red. Para mí la pregunta es quién manejará mi identidad: ¿yo?, ¿mi operador de celular?, ¿mi compañía de tarjeta de crédito?, ¿Google+, Factbook? Quiénes somos dependerá de quién queremos que maneje nuestra identidad.
Esto nos puede hacer la vida más fácil, pero está lleno de riesgos. Uno de ellos es si hay un punto de error en los datos. Son muchas preguntas, y no sobre tecnología, sino temas que deben ser resueltos como sociedad.
¿Y los gobiernos? ¿En qué lugar quedan?
Tenemos que entender cuáles son los sacrificios y beneficios en un mundo que no es perfecto, en donde se crean cantidades de datos impresionantes: más de mil veces más que hace 10 años.
Ahí es muy difícil establecer un papel para los gobiernos. Hoy la información ha dejado de ser burocrática y se ha comercializado. El balance de poder cambió y estas preguntas no se han resuelto y deben discutirse.